DOS EXTRAÑAS
Viajábamos sentadas en la parte trasera del colectivo. Veníamos de probar nuestros labios en una fiesta donde eso era normal. No nos conocíamos muy bien y ambas nos rehusábamos a expresar más de lo necesario. Nadie quería caer en el antes pisoteado papel de la vulnerabilidad. Ahora era este mundo, distinto al de la fiesta, el que se nos imponía con su normalidad aberrante. Teníamos que ser dos extrañas, o dos amigas.
Una pregunta desató la cadena liberando pequeñas partículas de protección, una detrás de la otra. ¿Por qué no tomaste el otro cole? Me preguntó algo extrañada. Así nos íbamos juntas, devolví sobrevolando el tema y fue un hermoso silencio su respuesta.
Me llené de confianza cuando apoyó su cabeza en mi hombro, y de a poquito nos fuimos cagando en la normalidad. Una charla banal hizo que levantara su cabeza para mirarme a los ojos. Siguió un breve silencio, y pronto fui yo quien dejó caer la mía sobre su frágil hombro de mujer.
Minutos después, su mano se posó sobre la mía. Tal vez no era su mano, más bien un cordón umbilical depositándome en un lejano refugio infantil. Instantáneamente mi pulgar comenzó a deslizarse sobre su dulce textura de arriba hacia abajo. Acerqué mi otra mano, y encerré la suya en mi abrigo.
Viajamos así. En silencio y semidormidas. Exponiendo nuestra verdad.
_____________________________________________________________________________
Soy agua dorada
para enjuagar tus mejillas
y como ansiosa gota
rodar por tu espalda
Soy olas doradas
para romper en tu pecho
y en estallido violento
bañarte de sol
Soy lluvia dorada
donde se inundan tus ojos
y me renuevo en charco
para guardar tu mirada
Soy mar dorado
donde navega tu sonrisa
y en hervor luminoso
me elevo a tu pelo
Soy agua dorada..
pero hoy te invite
a chapotear conmigo
y casi sin persuadirte me dejaste 60 litros
de agua estancada
____________________________________________________________________________
TU VERDE MIRADA
Instantes de luz
atraviesan el follaje.
La serpiente acecha
a su lánguida presa.
Mi cuerpo, inerte,
se hunde a lo oscuro.
Y renazco impetuosa
en estoico Ciprés.
Cada vez que descubro
tu verde mirada.