Cuando se piensa en la vida de uno, cuando se rememora la historia, siempre hay cuestionamientos en torno a conceptos como el destino, la suerte que hemos tenido, los porqué pasamos por tales o cuales eventos, en fin, surgen una serie de conceptos que –de alguna forma- nos ayudan a comprender o justificar lo que hemos pasado a lo largo de los años. En estos cuestionamientos siempre están presente los papas, los familiares, amigos, distintas personas que hemos ido conociendo y a todos ellos se le endosa una responsabilidad de lo que se vivió, pero pocas veces nos detenemos a pensar en la responsabilidad que tenemos cada uno en el curso que ha tomado nuestra vida, en los actos y decisiones que hemos tomado en relación a todo esto.
Hoy he logrado ver mi vida desde una vereda un tanto más objetiva, en la cual en intentado otorgar las responsabilidades reales a ciertas personas que fueron y son significativa en mi vida, entendiendo que yo les proporciono un significado –mayor o menos- de acuerdo a la relación que se construyó entre nosotros. Un ejemplo claro de esto es mi relación e historia con mis papas y hermano, tres personajes de suma importancia hoy y siempre en mi vida; el cómo me relacione y como se fue construyendo el nosotros ha sido determinante en muchas de mis actitudes frente a la vida.
Mi madre, para empezar es una mujer con una fuerza única ante mis ojos. Exigente y educadora, hoy es una gran compañera de mis días pero no puedo negar que es una imagen muy potente de ella, tanto en amor como en el deber ser, en el actuar inclusive en el pensar debido a que es un referente, que en mí está sumamente legitimado. Me enseñó a ver la vida desde una racionalidad, tranquilidad y objetividad que hoy me es de mucha ayuda pero que en mi infancia no lograba comprender y que me provoco el sentirme muy alejada a ella, muy distinta por lo cual cree mecanismos de similitud con mi madre. De cierta forma construí una personalidad que fuera de su agrado; mis papás se separaron cuando yo era muy chica y necesitaba encontrar un espacio en esta casa gobernada por mi madre, casa en la cual vivía mi hermano mayor que era muy parecido a ella y de la cual a mí me costaba sentirme parte por estas diferencias en cuanto a la personalidad, gustos, formas de ser de cada uno. Yo siempre me he sentido muy parecida a mi padre y el ya no estaba, por lo cual tenía que adecuarme a esta realidad en la cual estaba inmersa. El abandono de mi padre, el hecho que se fuera de casa no fue menor, es un golpe muy fuerte para todos los que lo vivimos, y que marca y determina ciertas cosas de forma inconsciente, fue de esta forma que yo empecé a construir una Carolina que encajara en la triada en que se había transformado mi casa. El costo que tuvo todo esto fue alto, porque de cierta manera negué quien era y me obligué a ser otra persona; esto significo que ya grande explotara, hiciera crisis, por claro la esencia que estaba en mi se empezó hacer presente, un ejemplo de esto es la sensibilidad que trate de omitir por mucho tiempo y a cambio de ello trate de ser una persona racional, objetiva, mesurada y que en realidad no era tal.
Esta crisis tuvo muchos factores que la ocasionaron mi casa era uno de ellos, otro fue el padre que tuve. Un hombre especial, que cometió errores importantes conmigo y que solo fui capaz de decírselos ya grande, cuando niña uno tiene miedo a no verlo nunca más y por esa razón uno se aguanta y contenta con lo poco que te puedan dar. Ahora bien no todo lo relacionado a él es malo, me enseñó a vivir la vida con alegría, ser optimista y disfrutar de hoy; mi padre siempre
ha estado en mi vida, quizás no como uno espera ya que tiene todas las expectativas en él, uno espera todo de esa persona, pero es eso una persona que comete errores y no niego que lo haya hecho pero siempre estuvo, preocupado a su forma, cariñoso como él solo y siempre contento y eso enseño a que la gracia de la vida era ser feliz, estar tranquilo y disfrutar.
Creo que el error más grande que cometió mi padre conmigo fue someterme a una familia que desde muy pequeña me trato mal, su madre y una de sus hermanas siempre tuvieron malas palabras y malos actos para conmigo. Al comienzo yo cometí el error de no decirle nada pero después de hablar y manifestar que me traban mal, él no hizo nada por defenderme porque siempre quería llevar la fiesta en paz con todo el mundo aunque eso significara que su hija sufriera. Si lo pienso y muchas veces cuando personas extrañas escuchan mi historia con mi papá cuando era una niña se impactan, tanto por lo que yo aguante y lo poco que él priorizo a su hija en su vida, en verdad a sus dos hijos, pero las historias son un constructo entre las mismas personas y lo que me deja tranquila es que hoy él cambio, siento que soy su prioridad por sobre todos; fue un proceso lento, complejo, difícil pero ya está saneado. Reitero, cometió mil errores pero me dio el tiempo de que yo pudiera desahogarme, decirle todo lo que sentía, cuestionarlo e incluso remarcarle los defectos, presentarle a quien él era realmente –ejercicio que nunca ha permitido que se haga en la vida, nadie lo critica, no permite que nadie le diga nada- ahí conocí quien era mi padre, entendí quién era y desde ahí hemos construido una relación que para mí hoy es maravillosa.
Siempre que pienso en ellos, tanto en mi madre como en mi padre, siento que tuve suerte. Quizás no son los mejores del mundo ni perfectos, bueno quién lo es, pero se dieron el tiempo y el trabajo de escuchar, comprender y ayudar a esta hija compleja que tenía muchas heridas, muchas penas. Me dieron el espacio de crecer, de enfrentarlos, de verbalizar todo lo que me pasaba con ellos y quizás fue tarde pero yo nunca me atreví a decir nada y bueno esa es parte de mi responsabilidad. En el momento que hable, que les conté, la reacción que tuvieron ellos fue de apoyo y de contención que de verdad me alegra el alma de pensarlo.
Ahora bien, asumamos que ya estoy grande y que tengo que hacerme cargo de ciertas cosas en mi vida que pueden tener su raíz en estas relaciones parentales, pero de las cuales hoy soy plenamente responsable. No he sido capaz de construir una relación de pareja forma, siempre eh tenido “seudorelaciones”, amores incompletos, amores pasajeros, y otros amores que quedaron ahí, están presentes pero nunca definidos ni terminados. Esta incapacidad tiene una directa relación con mi relación con mi padre, pero llega un momento en que no puedo culparlo por todo y tengo que hacerle frente yo, tengo que asumir mis temores, mis miedo, mis actitudes ya que uno es la que va haciendo su vida, uno va construyendo el camino que quiere andar y para eso hay que ser proactiva con uno mismo.
Esto de no tener compromisos y siempre sentirme libre es algo que realmente es de mi agrado pero que en algún momento complica porque tengo un proyecto de vida que contempla una relación, hacer familia, pero que a veces siento que no tengo la capacidad de hacerlo. No se quizás hay una desconfianza en mí y en otro, siempre me negué a la posibilidad de mostrarme
vulnerable frente a otro, además eh tenido poca suerte en eso ya que cuando lo he hecho me ha dañado así que más me eh cerrado. Hoy particularmente no tengo interés de construir ninguna relación, ni de amistad, ni de amor, y no he logrado comprender el porqué, lo que si he logrado identificar que estos cuestionamientos vienen a mi cabeza hoy que me encuentra tranquila, que estoy en un lugar cómoda. Me vine a vivir y estudiar a Argentina, deje atrás ese periodo de penas y sufrimiento y bueno de muchas alegrías también; el venirme no fue menor pero fue en el momento perfecto de mi vida. No me vine arrancando ni con el propósito de alejarme de nada; decidí salir de mi lugar de confort cuando sentí que tenía todas mis relaciones en paz, cuando sentí que estaba tranquila. Hoy eh definido quien soy y reorganice mis relaciones simbólicas, cuido y valoro mis cariños y elimine de mi vida aquellas relaciones que no me hacían bien.
De alguna manera hoy me siento una pasajera en trance, como dice mi gran Charly García, debido a hecho de venirme a Buenos Aires debido a que por una parte ya no soy parte de la vida en Santiago y acá no eh logrado construir una vida, redes sociales, amistades ni cariños. Es extraño sentirse en el limbo, ya no soy de allá pero tampoco soy de acá y aunque creo que es un proceso natural en cuanto a una migración por opción propia no deja de ser complicado, un consecuencia de esto ha sido que me eh ido transformando en una persona ermitaña, disfruto de mi soledad –siempre lo he hecho- pero hoy es demasiado. Mis libros son mis mejores compañeros hoy pero no pueden ser los únicos, somos seres sociales y siento que de alguna forma ese vació lo estoy resintiendo.